"Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.... Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos" (Efesios 6:13, 16-18).
"Y perseveraban en la doctrina y comunión, los apóstoles y en el partimiento del pan y en las oraciones" (Actos 2:42).
Lo que ya se avecina, según las Escrituras, en relación con el creciente desarrollo del misticismo de hoy en día, ya se ha tratado en los dos artículos anteriores presentados en los meses de Octubre y Noviembre. Ése es uno de los propósitos de la profecía bíblica: que los creyentes "estén conscientes". Pero ser conscientes de lo que ya se avecina es sólo parte de lo que Dios nos quiere hacer saber. También existe la parte de "lo que nosotros debemos hacer". Y las buena noticias es que Él nos capacita para ese propósito por intermedio de Su gracia y de Su Espíritu Santo.
Cómo debemos comportarnos en nuestra vida en Cristo es fundamental. Ya sea en tiempos de paz o de persecución, ya sea en la pobreza o en la prosperidad, en enfermedad o en salud, nuestra condición no debe ser el factor determinante que nos impida ser fructíferos, productivos y agradables al Señor. Esto ciertamente no tiene mucho sentido al mundo en que vivimos y, lamentablemente, muchos Cristianos están influenciados y confundidos por las fuerzas manipuladoras que existen en el ambiente en que vivimos. Sin embargo, podemos saber que la esencia de Juan 10:10 es: "(Jesús dijo) yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia". ¿Cómo puede la persecución, la pobreza y enfermedad ser comparada equivalentemente con una vida abundante? Eso no parece estar correcto, pero tal vez la definición de "abundancia" impide el correcto entendimiento bíblico de la palabra.
Si nosotros creemos que la vida abundante es aquella solamente llena de provisiones y de placeres físicos con la suspensión de cosas aparentemente no favorables, entonces hemos malentendido lo que el Señor nos dice en Juan 10:10, así como también otros versículos de las Escrituras. Esa mentalidad errónea no puede ser reconciliada con la alegría indicada en versos como 2 Corintios 7:4: “... lleno estoy de consolación; sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones" y 2 Corintios 8:2: "que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad". Palabras como "prueba de tribulación" y "profunda pobreza" parece contradecir a la palabra "abundancia" y puede llevar a a un malentendido que podría ocasionar estragos en la vida del creyente en Cristo.
Jesús dijo, "Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas" (Lucas 6:22-23.)
La razón por la cual mencionamos estos versículos es porque a medida que nos acercamos al retorno de Jesús Cristo, los obstáculos tanto físicos como espirituales, aumentarán. Muchos de nuestros hermanos y hermanas en todo el mundo ya están sufriendo horrenda persecución. Donde la persecución es limitada, como aquí en el Occidente, la seducción y el engaño espiritual están aumentando sin freno alguno, haciendo así naufragar la fe de multitudes de creyentes. La ignorancia a lo que las Escrituras enseñan es un factor contribuyente a esta situación, pero hay numerosos versículos que cada Cristiano bíblico necesita entender para así combatir con éxito las pruebas y tribulaciones que indudablemente ya se avecinan.
Las buenas noticias es que Dios ha provisto "abundantemente" todo lo que un verdadero creyente en Jesús necesita para ser fructífero en su vida en Cristo. El apóstol Pedro escribió, "Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia" (2 Pedro 1:3). "Todas las cosas" significa todas las cosas, y por lo tanto, debe incluir también la protección espiritual en aquellos días cuando Jesús declaró, "Mirad que nadie os engañe" (Mateo 24:4), "Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuera posible, aún a los escogidos" (Mateo 24:24). Además, las buenas noticias es que el programa de prevención bíblica contra el ser descarriado por los astutos engaños del adversario no es ni complicado ni formidable. Aquí están los elementos básicos para evitar el ser engañado: la Palabra de Dios, la oración y el compañerismo, es decir estar comunicados con otros creyentes.
"Todas las cosas" que el Señor ha proporcionado son fortalecidas por el Espíritu Santo y activadas a través de Su gracia. El proceso preventivo para no ser engañado espiritualmente no es complejo, pero exige un corazón dispuesto, un amor a la verdad y el ejercicio de la disciplina. Evitar ser engañado o seducido por la apostasía debe comenzar con la Palabra de Dios y nuestro compromiso con Él, lo que significa una constante lectura de la Biblia, diariamente. No existe mejor hábito o costumbre para el hombre, mujer e hijo de Dios. Santiago nos da la exhortación principal para eso: "Someteos, pues, a Dios" (Santiago 4:7). Eso debe incluir sometiéndonos a las instrucciones de Dios. Debemos hacer hincapié dos elementos aquí: no podemos someternos a instrucciones que no hemos leído y sumisión implica el hacer lo que Dios nos instruye.
La Palabra de Dios siempre ha sido considerada como la autoridad para el Cristiano. Hoy en día, aunque muchos evangélicos dicen creer en la autoridad de las Escrituras en asuntos de fe y práctica, en realidad niegan tal autoridad en la manera que conducen sus vidas. Un joven que era un líder local en la promoción del movimiento de la Iglesia Emergente vino a verme un día. Antes de eso, estaba yo orando sobre cómo podría explicarle algunas cosas y tal vez ayudarle a que regresara a la autoridad de la Palabra de Dios. A medida que empezamos nuestra conversación, yo mencioné que sería muy útil si los dos reconociéramos a qué autoridad espiritual nos estuviéramos sometiendo. Con mi Biblia directamente delante de él, yo dije, "este libro es mi autoridad. ¿Cuál es tu autoridad?" Él miró a su alrededor... miró a su alrededor, como si buscando una respuesta y entonces finalmente dijo, "Mi Dios es más grande que este libro". Yo no estuve sorprendido por su respuesta porque ya la había escuchado en otras ocasiones. Sin embargo, tratando de responderle mencioné que él, por lo tanto, debe tener otras autoridades y le pregunté ¿en quién él había puesto su confianza en lugar de Dios? No hace falta decirlo, nuestra "conversación" no valió la pena después de eso.
La mayoría de Cristianos afirman o proclaman su creencia en la autoridad de la Palabra de Dios, pero en términos prácticos no se someten a tal autoridad. Eso es porque realmente no creen en la suficiencia de la Escritura. Eso es lamentable. Y también no tiene sentido. ¿Por qué? Porque cualquiera que afirma creer en la autoridad de la Palabra de Dios, pero niega su suficiencia, significa que no cree que la Palabra de Dios tiene todas las respuestas que afirma tener. Por lo tanto, si una persona piensa que debe ir a otro lugar para obtener respuestas, lo que él está haciendo es ... ¿qué?... Obviamente está buscando otra autoridad.
Debería ser obvio que el no creer en la suficiencia de la Biblia es un rechazo de su autoridad. Una vez más, la Biblia lo dice muy claro en cuanto a su suficiencia. Segunda Timoteo 3:16-17 declara: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra". Estas expresiones: "inspirada", ser "útil", para "enseñar" para crecer en madurez y ser "preparado" para toda buena obra — ciertamente confirma la suficiencia de la Palabra de Dios. Efesios 2:10 explica una razón importante por la cual la Palabra de Dios es suficiente para cada creyente: "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas". Y por "todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad", que observamos en la Segunda Epístola de Pedro, la Escritura se refiere a todo lo que es necesario para agradar a Dios acerca de cosas que tienen valor temporal y eterno. ¿A qué o a quién debe un creyente en Cristo acudir para obtener todo eso?
El hábito diario de lectura de la Palabra de Dios, reconociendo su suficiencia para nuestro crecimiento, madurez, fecundidad y luego hacer lo que dice por habilitación de Dios — es necesario para la protección contra el engaño espiritual. Y que debe ser fundamentado por la oración: "...sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias" (Filipenses 4:6).
Esperemos que todos entendamos que cuando el versículo dice "cada cosa", eso significa todo. Hace unos años atrás cuando estaba en Inglaterra tuve la oportunidad de estar asociado con un par de creyentes, unos jóvenes quienes recién había conocido. Después de pasar unos días con ellos, yo me quedé sorprendido por su actitud a lo que estábamos haciendo: ellos oraban por todo. Aunque no estaba acostumbrado a su celo por la oración, la manera que ellos incorporaban la oración en sus vidas reflejaba sus vidas sin mayores problemas. Ellos oraban al comienzo de la jornada, antes de viajar a una reunión, para la bendición espiritual de la reunión, agradeciendo al Señor en las comidas, oraban por quienes conocían en el camino y así continuamente. Me encontré cantando frases de himnos como "Qué buen amigo tenemos en Cristo: todos nuestros pecados y dolores los lleva Él. Qué gran privilegio para llevar todo a Dios en oración". La experiencia que tuve con estos dos jóvenes me emocionó y me fortaleció y me di cuenta qué tan importante es la oración.
Cuando dejé la Iglesia Católica Romana y entré en una relación personal con Jesús, me fue difícil al principio hacer esa relación verdaderamente personal. Mis oraciones en esa época reflejaban oraciones que yo había practicado por décadas cuando Jesús no era necesariamente un "amigo"— ciertamente Él era mucho menos que su madre. Últimamente la Iglesia Evangélica se ha enamorado de la iglesia de Roma, y muchos evangélicos están practicando la oración contemplativa, que ha sido una parte histórica del Catolicismo que proviene de los Padres del Desierto y que ahora son manifestadas por las promociones modernas de sacerdotes místicos como Henri Nouwen y Thomas Merton. Aunque estos individuos afirman que la oración contemplativa es más íntima y lleva a uno más cerca a Dios, la realidad es que se trata de cientos de vanas repeticiones de palabras y frases singulares, un proceso que está condenado en las Escrituras (Mateo 6:7-8) y convierte una comunicación inteligente en algo totalmente absurdo.
La oración bíblica, por el contrario, consiste en una comunicación personal del creyente con su Creador. Aunque Jesús es completamente Dios, también es completamente hombre. Él demostró la íntima relación que debemos tener con Él y con Dios Padre en muchas maneras. Él se alejaba de las multitudes para entrar en comunión con Su Padre: "Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo" y a veces "continuó toda la noche en oración" (Mateo 14:23; Lucas 6:12). La oración, de acuerdo a las Escrituras, es manifestada como algo imperativo para el creyente. Debemos orar "sin cesar", "siempre", "excesivamente", "día y noche", sea cual sean las condiciones que nos acosan. Oramos por nuestros hermanos y hermanas en Cristo (Romanos: 15:30), por nuestros gobernantes, así también por nuestros enemigos (1 Timoteo 2:1-2; Lucas 6:27-28). La sencilla razón de que la oración bíblica es tan importante es que no podemos hacer nada que tenga valor eterno, salvo por la gracia de Dios, y eso se recibe mayormente a través de la oración.
Específicamente concerniente a la protección espiritual se nos exhorta a estar "orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos" (Efesios 6:18). El apóstol Pablo pidió oración "para que seamos librados de hombres perversos y malos"... declarando que, "fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal" (2 Tesalonicenses 3:1-3). Por otra parte y mejor aún, tenemos a Jesús, quien oró por Pedro para que su fe no fallara (Lucas 22:32), y que ahora está a la diestra del padre "intercediendo por los santos" (Romanos 8:27, 34).
Otro elemento necesario en cuanto a evitar ser seducido o engañado por la creciente apostasía puede ser el más difícil para adoptarlo y mantenerlo. Tiene que ver con la asociación con otros creyentes. La Escritura declara, "Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero !!ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; más ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto." (Eclesiastés: 4:9-12).
Estos versículos que hemos citado nos dan información concerniente a cómo debemos comportarnos en estos tiempos difíciles que agresivamente están en oposición a las instrucciones bíblicas para vivir nuestras vidas en una manera que es agradable al Señor. Comunión con otros hermanos y hermanas en Cristo es una parte importante de las instrucciones que nos da el Señor, para nuestra protección, para nuestro fortalecimiento y para la fecundidad. Eclesiastés implica que quienes desdeñan la asociación con otros creyentes se ponen en una situación débil y vulnerable: "Mejores son dos que uno... Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero !Ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante".
Un creyente que no tiene a nadie para apoyarlo espiritualmente se encontrará en problemas tarde o temprano. Cuando uno de nosotros se derrumba espiritualmente, necesitamos un compañero que es creyente para ayudar a levantarnos, ya sea mentalmente, emocionalmente y, lo que es más importante, espiritualmente. En cuanto a los que declaran, "El Señor es todo lo que necesitamos", muy a menudo, su pensamiento posterior no estará de acuerdo con la Palabra de Dios. Jesús dijo en Lucas 6:46, "¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?" Nosotros como creyentes que somos, necesitamos poner "nuestros vagones en círculo" para protegernos mutuamente contra los asaltos del enemigo, ahora y en los tiempos venideros.
Nuestra mejor opción es una asociación de creyentes en una iglesia, apoyando a un liderazgo que es firme y manteniendo el camino y la dirección de la Palabra de Dios, y especialmente sirviendo al cuerpo de la iglesia. Cuando esto no es una opción, debemos pedir al Señor que nos ayude a encontrar otro dedicado o devoto creyente o creyentes con quienes podamos tener un estudio bíblico, con quienes podamos orar, con quienes podamos ministrar unos a otros, animarnos unos a otros, y con quienes podamos reunirnos para discernimiento doctrinal y fortalecimiento espiritual. "Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto". Ante todo tenemos que mantener siempre en mente lo primero y lo principal, que ese tercer cordón debe ser el León de Judá, el cordero de Dios, nuestro Señor y Salvador Jesús.
En resumen, la Palabra de Dios, la oración y la comunión con otros creyentes son las claves bíblicas fortalecidas por la gracia de Dios para la protección espiritual de un creyente. Por intermedio de Su gracia, seamos motivados para hacer de estos consejos una prioridad, a medida que vemos la oscuridad espiritual envolver al mundo que nos rodea.