Cuando hablo con jóvenes cristianos adultos, ya sea que estén en el trabajo o en la universidad, un mensaje que espero los anime, se refiere a la voluntad de Dios para guiar sus vidas, si ese es su deseo. Utilizo Su participación en mi propia vida a lo largo de mis 78 años como ejemplo. La siguiente es una versión abreviada de la guía misericordiosa de Dios, gran parte de ella mucho antes de que yo llegara a conocerlo personalmente.
Nací en Brooklyn, Nueva York, y fui bautizado como Thomas Aloysius McMahon en la Iglesia Católica Romana. Durante mis primeros años de escuela primaria, mi familia se mudó a Apple Creek, Ohio, donde mi padre era psiquiatra en el centro estatal de salud mental. Nuestra casa estaba situada en los 2,000 acres de terreno que pertenecían a esa institución. Ese tiempo de mi juventud, salió a relucir años después, cuando Dave Hunt y yo éramos oradores en conferencias. Dave disfrutaba mencionar a la audiencia diciendo que Tom creció en un manicomio, así que realmente uno necesita ser Bereano para poder saber lo que dice. La gente creía que Dave estaba bromeando hasta que tuve que admitir que tenía razón en ambos aspectos. Mi padre era director de una gran institución mental y nuestra familia vivía en los terrenos de esa institución, como se mencionó anteriormente.
Mi educación fue principalmente bajo instrucción Católica, incluyendo escuela primaria, escuela militar y escuela secundaria, así como un breve tiempo en una fraternidad Católica. Disfruté de mi educación Católica y consideré a muchas de las monjas y sacerdotes en mi vida como miembros de una familia extendida. Esos buenos recuerdos permanecen.
Me enrolé en la Universidad Estatal de Ohio, lo que me trae a la mente dos comentarios que mis padres hicieron en esos tiempos. Cuando mis amigos me preguntaban en qué me estaba especializando, mi padre mencionaba con un toque de sarcasmo: "El camino de menor resistencia". (Yo era un estudiante de Bellas Artes en la escuela de pregrado). Mi madre, años más tarde, me hizo saber que mi objetivo profesional parecía ser "permanecer en la escuela". No hay duda de que mi sentido del humor proviene de ambos padres, aunque no estoy seguro de que mamá estuviera bromeando: ¡acababa de comenzar mi séptimo año en la Universidad Estatal de Ohio, cuando ella hizo tal comentario!
Tratando de aclarar mi situación en ese entonces, puedo decir que mis últimos años allí fueron en la escuela de posgrado. Me mantuve en el "camino de menor resistencia" especializándome en cine, lo que implicaba principalmente ver muchas películas. Si leí un libro durante ese tiempo, no podría recordar. Mi objetivo durante ese tiempo era obtener un doctorado y establecerme como catedrático, tal vez en la misma Universidad Estatal de Ohio. Aunque parecía que se iba a convertir en realidad el obtener mi título académico final, me preocupaba la falta de experiencia cinematográfica real por parte de aquellos que supervisarían mi disertación y proyecto de tesis. Sólo uno de mis profesores había trabajado en la industria del cine teatral. Así que decidí dirigirme a Hollywood, obtener una buena experiencia y luego regresar a la universidad y así estar calificado para obtener la cátedra de “profesor”.
Antes de que esto sucediera, otro toque de realidad tomó lugar. Contraje matrimonio. Sin embargo, hubo complicaciones. Mi futura novia, Peggy, era Episcopal. Mi plan era casarnos en una ceremonia oficiada conjuntamente por un sacerdote Católico y un sacerdote Episcopal. Sin embargo existían ciertos requerimientos por parte de la iglesia Católica que Peggy tendría que cumplir o adoptar. Tenía la esperanza de que los sacerdotes paulistas en la universidad me proporcionarían razones que tuvieran sentido para mi prometida, quien en ese entonces era estudiante de derecho de primer año. Lo que ofrecieron, sin embargo, fue básicamente la misma respuesta que yo había recibido a lo largo de mis propios días en la escuela primaria y secundaria católica: “¡Porque la Iglesia lo dice!" Como consecuencia, nos casamos en una iglesia Episcopal, y ese fue el comienzo del fin de mi vida como católico practicante.
Nuestro viaje al sur de California en una camioneta Volkswagen comenzó con el traslado de Peggy de la universidad Estatal de Ohio a la Universidad de California en los Ángeles para comenzar su segundo año de la escuela de leyes (que abandonó el primer día de clase, en favor del surf, una actividad que ambos preferimos mucho en ese momento sobre nuestras posibles opciones de carrera). Sin embargo, a medida que nuestros recursos financieros se estaban agotando, dupliqué mis esfuerzos para obtener empleo en cualquiera de los principales estudios de cine y, sorprendentemente, pronto fui contratado por la Twenty-Century-Fox (TCF).
Esto fue sorprendente porque carecía de experiencia cinematográfica para el trabajo que me ofrecían. ¡Era más bien mi experiencia de diseño en bellas artes que me facilitó el empleo! Trabajé en el departamento de Publicidad de TCF durante varios años, mientras intentaba conseguir un trabajo en una producción cinematográfica real. Aunque había conocido a muchos productores de cine, todos decían más o menos lo mismo. Cualquier puesto cinematográfico, aunque yo estuviera calificado, siempre iba a ser ofrecido a base de nepotismo, es decir, reservado para hijos, hijas, sobrinas y sobrinos relacionados con los productores, y yo en ese entonces no tenía ningún “padrino” que estuviera interesado en adoptarme.
Un productor que mostró cierto interés en mi dilema me ofreció una sugerencia: escribir un guión, venderlo y hacer que sea parte de la producción. ¡Gran idea! Funcionó para Sylvester Stallone y su serie Rocky. Sin embargo, yo tenía un problema. Mi habilidad como escritor dejaba mucho que desear. Sin embargo en los estudios de TCF, había una serie de jóvenes "aspirantes" a actores, directores, productores, guionistas, etc. En ese grupo había una joven que se quedó "atascada" en el departamento de contabilidad. Era una escritora talentosa. Nos unimos. Ella proporcionó la mayor parte de la escritura y así aprendí a escribir guiones en el proceso. Mi función, en su mayor parte al principio, era tomar nuestros guiones y tratar de venderlos a los productores que conocía en TCF.
Después de algunos rechazos "bien intencionados, pero sin remuneración financiera,” conseguí que algunos directores se interesaran en un par de guiones y luego tuve la oportunidad de traducir una novela épica a la pantalla: “Caravanas” de James Michener. La película fue protagonizada por Anthony Quinn y fue filmada en Irán, un país donde las semillas de una revolución Islámica estaban siendo sembradas en ese momento por el Ayatola Komeni y finalmente resultó en el derrocamiento del Shah de Irán.
En ese momento de mi vida, junto con mis estudios, con la participación en la producción cinematográfica, y mi "experiencia en Hollywood" pensé que había logrado mis objetivos y consideré regresar a la universidad como profesor. Pero algunos eventos dramáticos en nuestro hogar ahora complicaron esa decisión.
Peggy estaba embarazada de nuestro primer hijo, y también se había convertido en "una de esas cristianas nacidas de nuevo". Estaba muy entusiasmado con lo primero, y perplejo, incluso desanimado, con lo segundo. Aunque había dejado de practicar la fe durante mi juventud, mi actitud era: "Nací católico y moriré católico". Ese mantra, por supuesto, no tenía ninguna base en la razón, la lógica o cualquier valor, particularmente para alguien como yo, que no había estado en una iglesia católica en casi una década.
Sin embargo, me apegué a ella como mi principal defensa cuando los evangélicos, incluidos muchos de los antiguos miembros de mi familia Católica, comenzaron a tratar de convertirme espiritualmente. El ataque a veces parecía feroz, particularmente cuando mi sobrina de tres años llamaba periódicamente y preguntaba con un celo mucho más allá de su edad: "Tío Tommy, ¿ya le has pedido a Jesús que entre en tu corazón?" Logré controlar la ira mientras le pedía dulcemente que hablara con su madre, mi hermana. Luego decidí no prestar mucha atención.
Rechacé todo esfuerzo por parte de todos y cada uno de querer influenciarme espiritualmente. Rechacé ofertas para asistir a la iglesia, conferencias, oradores especiales, estudios bíblicos, etc. Asistí al bautismo de Peggy, que solo confirmó mi prejuicio contra aquellos que no eran Católicos. No solo fue ella "sumergida", sino que ¡fue sumergida en una piscina! ¿Qué sentido espiritual podría ser eso? La parte más difícil de mantener mi muro de resistencia, sin embargo, fue el grupo de amigos evangélicos que Peggy había conocido. Me agradaba mucho su compañía y disfrutaba socializando con ellos, excepto por la parte molesta de querer influenciar mi vida espiritual.
Por supuesto, ellos y todos los miembros de mi familia creyentes y sus amigos estaban orando por mí, y Dios estaba trabajando de manera inesperada. Peggy
y sus amigos me convencieron a asistir a una iglesia evangélica por primera vez diciéndome que podía traer mi tabla de surf. El surf no era parte del servicio, pero la reunión tuvo lugar en una playa. Inicialmente, solo las olas y los otros aspectos de la vida en la playa que podrían atraer y distraer a un joven captaron mi atención. Pero gradualmente, pasé más tiempo escuchando el mensaje. Eso me llevó a hacer preguntas, un ejercicio que a menudo me había metido en problemas durante mis clases de catecismo de la infancia y que los sacerdotes habían respondido con lo habitual: "¡porque la Iglesia lo dice!"
Mientras escuchaba la predicación, comencé a hacer preguntas a nuestros amigos evangélicos, tal como lo hice con las monjas y sacerdotes a lo largo de mi vida. En lugar de darme la respuesta autoritaria de una Iglesia o la declaración de algún "experto", me hicieron leer lo que la Biblia tenía que decir sobre el tema. Eso fue diferente, incluso alentador. Aunque todavía no era creyente, participé en un estudio bíblico para parejas, que para mis nuevos amigos evangélicos, era como si yo asistiera a una reunión de un equipo rival de fútbol.
Con el tiempo, sin embargo, el Señor quebrantó mi corazón endurecido por el orgullo y lo abrió a mucha información que me ayudó a entender que mis pecados me habían separado de Dios, y la única manera en que podía reconciliarme con Él era aceptar por fe la realidad de que Cristo había pagado la pena completa por mis pecados pasados, presentes y futuros. Llegué a comprender que no había otra manera de ser salvo, sin embargo, mis persistentes ideas Católicas de obtener salvación, por medio de obras, seguían siendo un problema.
Tenía mucho en qué pensar durante ese período de tiempo: un bebé en camino, un compromiso potencialmente transformador con Cristo, un viaje a Irán para el rodaje de Caravanas. El último punto se resolvió rápidamente. Todo se redujo a las alteraciones del guión que hicieron la estrella de la película y la esposa del productor y que estaba en desacuerdo con el guión que yo había escrito, y como consecuencia, alguien tenía que irse. Me pusieron sin ceremonia alguna en el siguiente avión a Londres y luego de regreso a los Estados Unidos. El beneficio positivo de esa experiencia fue que me mostró que no debía confiar en las circunstancias, sino que necesitaba poner mi completa confianza en el Señor, lo cual hice por fe poco después de mi regreso a casa.
Lo que siguió solo puede entenderse verdaderamente como la orquestación adicional de Dios en mi vida. Pronto un documentalista Cristiano me presentó a un hombre que tenía una idea de historia para una película. El tratamiento de la historia incluía “Objetos Voladores No Identificados”, fenómenos psíquicos, misticismo oriental y otras ideas bastante extrañas, entretenidas, pero extrañas. Regresé a su casa y le dije que no tenía ni idea de qué tenían que ver esas cosas con el Cristianismo. Agregué que no conocía la Biblia tan bien, así que lamenté no poder ayudarlo. Su respuesta fue que podía enseñarme cómo esas cosas se relacionaban con la Biblia, y si yo estaba dispuesto, podía enseñarle a él cómo escribir un guión. (El guión finalmente se convirtió en la base de la novela “Los Invasores de las Mentes” (Mind Invaders), anteriormente “El Complot de Archon” (The Archon Conspiracy). Así comenzaron cuarenta y tantos años de mi ayuda a Dave Hunt, para hacer lo que Dios lo había llamado a hacer. No entendía lo que era un llamado bíblico, pero sabía en mi corazón que debía ayudar a este hombre a quien acababa de conocer por la guía de Dios.
Equipado simplemente con un llamado y el don de ayuda (1 Corintios 12:28), vi por fe la asombrosa guía de Dios en mi vida para Sus propios propósitos. “El Llamamiento Bereano” (The Berean Call =TBC) es un ministerio internacional bastante complejo involucrado con la publicación de boletines, publicación de libros, producción de audio y video, radiodifusión, ventas y producción de material de recursos amplios, un sitio web extenso, etc. Comenzó hace 30 años, conmigo, siendo casi analfabeto en computadoras, trabajando en una mesa de cartas en el dormitorio de Dave, que lo había convertido en oficina.
Fue la publicación de “La Seducción del Cristianismo” lo que nos motivó a comenzar “El Llamamiento Bereano”. Después de que Dave había escrito “La Explosión de Sectas” y los “Hacedores de dioses” y yo que había estado involucrado en la producción de los documentales cinematográficos del mismo nombre, recibimos numerosas cartas de cristianos que estaban preocupados de que muchas de las enseñanzas de sectas que habíamos expuesto, estaban llegando a sus iglesias carismáticas y evangélicas. “La Seducción del Cristianismo” fue escrita para confrontar esas enseñanzas y prácticas bíblicamente erróneas, que han crecido exponencialmente en el último medio siglo.
Para enfatizar el tema de este artículo, que Dios guía (en mi caso) a los despistados o desorientados, también conocidos como “lo insensato del mundo” (1 Corintios: 1:27), aquí escribo una probable entrevista si el mundo considerara contratarme hoy para el puesto de director ejecutivo del “Llamamiento Bereano” basado en mis antecedentes, educación y currículum: "Veamos, creciste Católico Romano ... Pasaste una parte de tu infancia en una institución mental... eres licenciado en Bellas Artes... Te especializaste en cine en la escuela de posgrado.... Hmm ... No veo ninguna educación o experiencia en el mundo comercial. Tampoco veo ninguna educación teológica formal. No veo seminario o escuela bíblica... Trabajaste para un importante estudio de cine en Hollywood. Escribiste guiones para películas. Entonces, Sr. McMahon, ¿por qué cree que algo de eso podría calificarlo para dirigir un ministerio Cristiano?" La forma en que el mundo piensa, es muy cierto que escucharía la siguiente pregunta: "¿Estás seguro que usted no vino a esta entrevista por error?”
La respuesta es terminantemente ¡No! Yo entré en la casa de Dave Hunt hace unos 40 años por la providencia y dirección de Dios, y tuve la completa certeza que tenía que ayudar a Dave para hacer lo que Dios lo había llamado a hacer. Esa es la única parte sobre la que no tengo duda alguna. No tenía otro plan, ni visión, ni estrategia de mundo comercial, pero lo que sí tenía era la voluntad de ser usado por el Señor en la vida de Dave. El Señor ha orquestado todo lo demás durante las últimas cuatro décadas más o menos.
¿Les gustaría recibir algunos ejemplos de la orquestación "práctica" del Señor? Mi origen Católico me ha ayudado a escribir extensamente sobre las enseñanzas no bíblicas del Catolicismo Romano. Fui uno de los cofundadores de un ministerio cooperativo llamado “Alcanzando a los católicos para Cristo”, que fue apoyado por “El Llamamiento Bereano”. Mi crecimiento en la comunidad de salud mental me ayudó a escribir, basado en experiencia personal, acerca de la pseudociencia del asesoramiento psicológico. Mi herencia irlandesa me ha bendecido con "un beso de la piedra de blarney", que de acuerdo a la leyenda me ha dado la habilidad de hacer radio. Mi experiencia en Bellas Artes y cine me han ayudado a producir documentales y videos cristianos como “Los Hacedores de dioses”; “Una mujer cabalga a la bestia”; “Israel, el islam y el Armagedón” y “Psicología y la Iglesia”. Mi experiencia como guionista en Hollywood me ayudó a aprender un oficio que era terriblemente difícil para mí, y eso se llama... el poder escribir, o recibir el don de escritor.
Les digo a los jóvenes que durante los primeros 30 años de mi vida no fui creyente, pero ¿quién puede negar que Dios ya habría estado orquestando mi vida? ¿Cuánto más, entonces, hará lo mismo por aquellos que lo conocen y están deseosos y oran por Su voluntad en sus vidas? Todo lo que un creyente necesita para ser fructífero en su vida en Cristo es estar dispuesto a ser usado por el Señor. Dios provee el resto a través del Espíritu Santo, quien guía, dirige, corrige, dota y capacita.
“Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia” (1 Corintios 1:26-29).
TBC