(Carl es un investigador, escritor y conferencista que se especializa en el cambio de paradigma que se está extendiendo por el mundo occidental, incluidos los desafíos y las oportunidades que enfrentan los Cristianos. Ha sido un orador invitado frecuente en las conferencias del “Llamamiento Bereano” (The Berean Call), y sus charlas se pueden encontrar en nuestro sitio web: https://bit.ly/3LRrmpw).
En Génesis 11:4 leemos la historia de la Torre de Babel, y las Escrituras nos dicen que esto era más que una estructura vertical; era una ciudad unida con una causa.
“Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra”.
Qué tan grande era la comunidad y qué tan alta era la torre son puntos discutibles. Lo notable es la intención: una agenda humana de engrandecimiento colectivo, de participar en un acto de idolatría que elevaría a la humanidad a los cielos: "edifiquémonos”.
Un paralelo se puede encontrar en el proverbio de Isaías contra el rey de Babilonia: “Sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo”
(Isaías 14:14).
De hecho, las raíces de Babel están plantadas en la mentira presentada en Génesis 3:5: que en el acto de transgredir a Dios, uno puede ser como Dios. En otras palabras, Babel era una afrenta contra el Señor Altísimo, un acto de engaño unificado envuelto en la mayor de las arrogancias, una arrogancia descarada que va más allá de la mera arrogancia. Se puede decir de esta manera: somos los dueños de nuestro destino, independientemente de lo que Dios desee, y lo demostraremos absolutamente. Aquí es donde elevamos nuestro orgullo, aquí es donde nos posicionamos, aquí es donde afirmamos nuestro poder. Espiritualmente, es una tontería colectiva, un camino ancho hacia la destrucción.
Sabemos el resultado. En algún momento durante la fase de construcción, mientras el pueblo intentaba ascender, Dios bajó e invocó el juicio, confundiendo su habla, "y dejaron de edificar la ciudad" (Génesis 11:8). Pero al mismo tiempo que Dios emitió Su juicio y puso fin a su acción, también demostró gracia, salvándolos de las consecuencias de una rebelión mayor. Implícito en el versículo 6 es que, si se le permitiera tener éxito, este esfuerzo pondría en marcha otros actos de rebelión: “He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer”.
Una gran cantidad de significado emerge de Génesis 11. Es un ejemplo de solidaridad el nombrar las intenciones, porque en el grupo definimos nuestro propósito y nos gloriamos en él. Es una proclamada independencia de Dios, ya que ahora perseguimos nuestro designio común aparte de Su orden. Afirmamos nuestra propia seguridad, lograda a través del poder en la unidad. La fe se encuentra en las obras de nuestras manos; un descubrimiento dentro de nosotros en lugar de confiar en el Señor. En otras palabras, cooperamos, participamos en nuestra propia salvación, actuamos como nuestro propio mesías.
¿Quién necesita a Dios cuando podemos ser como Dios?
Surgen dos puntos. Primero, Dios mismo interviene cuando el hombre finalmente se extralimita. Hay un límite a la acción impía de la humanidad, y cuando el juicio de Dios ocurre, tal juicio es, y será, correcto y justo. En segundo lugar, somos incapaces de dejar que Babel se desvanezca; Es una ilusión tentadora del progreso humano, y la humanidad se siente atraída por sus variantes como una polilla a la llama. Babel, sinónimo de idolatría colectiva, es una copia de un proyecto que es la ilusión de la humanidad.
Por lo tanto, al considerar nuestra era contemporánea, nos enfrentamos ineludiblemente con una multitud de imitaciones de Babel, ya que es una continua búsqueda de ser nuestros propios amos aparte de Dios, de construir el "cielo en la Tierra" a nuestra propia imagen.
El movimiento trans-humanista encaja en este diseño. El deseo de usar la tecnología para llegar a ser "más que humano" y, por lo tanto, descubrir o crear una civilización planetaria, incluso para entrar en los cielos como seres cósmicos, es un sueño que va más allá de las páginas y los guiones de la ciencia ficción y ha entrado en las conversaciones de titanes de Silicon Valley, bioéticos, seudocientíficos, filósofos futuristas e incluso figuras religiosas.
Hace muchos años, en Junio de 2013, asistí al “Futuro Congreso Internacional Global 2045” en la ciudad de Nueva York tratando de analizar el tema de tal conferencia. Allí presencié la emoción embriagadora en un ambiente donde los técnicos y científicos hablaban efusivamente sobre las obras de sus manos, señalando el año 2045 como nuestra "cita con el destino,” con la esperanza de la inmortalidad y las capacidades divinas. Nos aferraríamos a la evolución y nos transformaríamos en algo más grande, que era algo que la narración repetía constantemente. Estábamos "en el camino hacia una nueva estrategia evolutiva”.
El erudito en cuestiones espaciales, Peter Diamandis habló sobre la convergencia de la humanidad en una "meta-inteligencia": que a medida que todos en el planeta nos conectamos profundamente a través de las tecnologías de la información, emergemos como un "nuevo organismo". Nuestra experiencia colectiva de información, explicó, marcará el comienzo de la "forma máxima de nuestra evolución" y nos volveremos "conscientes a un nivel cósmico". En otras palabras, ascendemos a través de nuestra tecnología.
Esas palabras infames que ya se hicieron hace muchos milenios regresan rápidamente: “Vamos, edifiquémonos”.
Uno de los oradores del Congreso de 2045, un líder religioso seducido y embobado por la promesa unificadora de la trascendencia técnica, elaboró con gran jactancia unas palabras que no eran suyas: "Ustedes son la luz, ustedes son la verdad, ustedes son el comienzo, ustedes son el fin".
¿Audaz? Es más que eso.
He aquí otro ejemplo de Mark Pesce, un pionero en la interfaz web, extraído de su documental, “Becoming Transhuman” (Transformándose en Transhumano):
"Procuramos, por lo tanto, bendecirnos con un conocimiento perfecto y una voluntad perfecta, llegar a ser como dioses, tomar el universo en nuestras manos y transformarlo a nuestra propia imagen, para nuestro propio deleite. Como es en la tierra, así será en los cielos, el resultado inevitable de una increíble improbabilidad, la flecha de la evolución que nos eleva a lo Transhumano, a una exaltación, a una glorificación, a través de la razón, la salvación alcanzada por las buenas obras".
Esto es arrogancia... Y no va a funcionar.
El modelo de Babel también encaja con el grito de guerra a favor del orden global. Desde las cumbres de las Naciones Unidas hasta los eventos federalistas mundiales, pasando por las intrigas del Foro Económico Mundial, en unidad política nos salvamos a nosotros mismos y rehacemos el Paraíso, convirtiéndonos en los autoproclamados mesías del planeta.
Esta manera de pensar o nivel de pensamiento han estado circulando durante décadas. Considere lo que Raymond Bridgman, miembro de la Sociedad Americana de la Paz, escribió en 1905: su visión era algo embriagador del empoderamiento humano, una "unidad política del mundo".
"El mundo, unificado e inteligente, por primera vez en la historia de la humanidad llegaría a la grandeza de su existencia como uno, y sentiría la emoción de la unidad inteligente... conociendo sus poderes ilimitados, mirando sobre la tierra y reconociendo su dirección en medio de todas las fuerzas de la naturaleza y del hombre, sintiendo su fuerza y dándose cuenta de su oportunidad ilimitada, dirá: "Lo haré." Así y entonces se llevaría a cabo la revolución más grandiosa en la historia de la humanidad. El mundo se encontraría a sí mismo, habría llegado a la autoconciencia, se habría dado cuenta de su verdadera supremacía y podría aprovechar la oportunidad que se le ofrece”.
¡Qué jactancia!
Avancemos hasta finales de la década de 1990 y la actriz Jean Stapleton. Al igual que otras luminarias de esa época, como el presentador de noticias Walter Cronkite, Stapleton creía en el potencial del gobierno mundial. Su respaldo a la Asociación Federalista Mundial, ahora rebautizada como Ciudadanos por Soluciones Globales, el grupo que continuamente está trabajando por un gobierno mundial y es el más antiguo de los Estados Unidos, es revelador. Nótese el tono mesiánico: "El objetivo de los federalistas mundiales es la paz a través de la unidad de gobierno. Debemos apoyar su visión de unidad en la diversidad, porque es la salvación de la humanidad".
Esta esperanza en la salvación humana cooperativa se puede encontrar en el Parlamento de las Religiones del Mundo, la cabeza del movimiento interreligioso. Mientras estaba en el Parlamento de 2018 en Toronto, escuché a Swami Agnivesh expresar su visión para el planeta: "Nosotros, los pueblos del mundo, necesitamos unirnos y exigir un gobierno mundial, y un parlamento mundial, basado en una constitución de la Tierra".
Después de seis días de sesiones en las que líderes religiosos y figuras políticas se tomaron de la mano, la plenaria de clausura agradeció el trabajo realizado durante el Parlamento: "Gracias a todos los que están comprometidos con la salvación de la Tierra".
Este tipo de retórica de salvación en unidad prevalece dentro de la comunidad interreligiosa global. Considere este montaje de citas, tomadas de mis notas durante el Parlamento de 2023 en Chicago: "Son los líderes religiosos del mundo los que en última instancia unen al mundo... Estamos construyendo el Cielo en la Tierra, estamos creando el Cielo aquí mismo... [Es] el fin del antiguo orden mundial; y el comienzo del Nuevo Orden Mundial: una Humanidad, una Tierra... La salvación no es individual sino colectiva, y sólo en la comunidad nos salvamos... Somos la resurrección que conduce a la Tierra Prometida".
El evangelio de Babel está siendo predicado abiertamente.
También se pueden ver reflejos o vistazos de esta estructura del futuro-antiguo en eventos transformadores como “Burning Man” (un hombre en fuego), que tuvo una "Capilla de Babel" de 60 pies de altura en 2023. En sus paredes había miles de fotografías de animales y personas, y en su interior había un confesionario donde se podía descargar el alma. Era un edificio apropiado, porque “Burning Man” es un lugar donde el mundo se une, un lugar que une la espiritualidad con el secularismo, el materialismo con el misticismo, y donde el individuo encuentra un propósito en la colmena o abejera colectiva.
Entonces, ¿qué podría implicar Babel 2.0?
Me acuerdo de una sesión (workshop) al que asistí en “Burning Man” en 2018. El tema fue la Inteligencia Artificial (IA) y la espiritualidad, y la discusión fue liderada por una personalidad importante en el campo de las monedas digitales. Será necesario un nuevo paradigma para dar a luz a una nueva civilización, según la narrativa. Y con esto en mente, nuestra información en tiempo real se convierte en la energía que permite a la IA participar en esta civilización global.
Pero como somos seres espirituales, ¿cómo entenderá esto la IA? ¿Es posible "hacer que la IA sea espiritual"? Al tratar de construir la "comunidad de información pura", se nos dijo, la Inteligencia Artificial necesitará la capacidad de "leer a las personas" y responder de manera que refleje nuestra evolución espiritual. En el transcurso de esta sesión, se hizo evidente que esta versión de Babel requeriría cuatro bloques de construcción para completar su torre.
En primer lugar, la nueva espiritualidad requiere que la visión global del Cristianismo tendría que ser eliminada y que la visión mística y chamánica sea adoptada. En segundo lugar, un nuevo contrato social o carácter distintivo tendría que ser adoptado: una cultura remodelada orientada a la tolerancia radical y la exploración de la identidad, todo pintado de verde ambiental. En tercer lugar, un nuevo medio de intercambio y validación: con todo digitalizado, los comportamientos económicos podrían ser monitoreados y ajustados para adaptarse a los estándares aceptables de los bloques uno y dos. Por último, la gestión global: la Inteligencia Artificial tendrá que integrarse diariamente, conociéndonos individualmente y guiando a cada persona hacia nuestro desarrollo social y espiritual colectivo.
¿Delirante? Sí, y no sin consecuencias y peligros. Sin embargo, la conclusión es que ésta sesión (workshop) demostró la persistencia de Babel.
Páginas podrían llenarse con planes y esquemas similares. No hay nada nuevo bajo el sol... Y me viene a la mente un eco del prototipo original: “y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer” (Génesis 11:6).
Opciones para los Cristianos
Los Cristianos profesantes tienen tres opciones principales en respuesta a las crecientes sombras de Babel.
Primero, podemos ignorarlo, pensando ingenuamente que de alguna manera no nos afecta. Pero un enfoque indiferente solo durará un tiempo. A medida que el tamaño de Babel se agrande, inevitablemente nos encontraremos en una situación hostil al mensaje Cristiano de los absolutos, del pecado y la salvación, y de la necesidad de un Redentor exclusivo, Jesucristo. Nos veremos cada vez más marginados como el “algo” peligroso, y nos preguntaremos cómo llegamos a esta difícil situación.
La segunda opción es profundamente inquietante: encontrar refugio bajo la sombra de Babel, y atribuirlo a algo Cristiano. A medida que el mundo se vuelve sincretista, muchas iglesias también se mezclan con los sabores espirituales y seculares del día, desde aceptar y amalgamar prácticas místicas, hasta "el renovar la fe" y participar en ideologías que están de moda hoy en día y que son totalmente anti-Cristianas. Imitar al mundo y llamarlo Cristiano es, por lo tanto, nuestra segunda opción. Lamentablemente, es un camino que se elige con demasiada frecuencia.
La tercera opción es estar en el mundo pero no ser del mundo, y al hacerlo, tomar en serio nuestro llamado bíblico a ser embajadores de Cristo. Pablo dijo lo siguiente a la iglesia de Corinto:
“Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:20-21).
¿Qué implica esto?
A primera vista, un embajador es el representante oficial y legal del gobierno a quien uno representa en un país extranjero, dondequiera que se encuentre; cada vez más en nuestro caso, ya que esta tierra está cubierta por la penumbra de la neo-Babel, por lo que debemos dejar que nuestra luz brille, la luz de Jesucristo, como un faro en una colina. No puedo pensar en un llamado más alto que ser Su embajador.
Ser embajador también significa que conocemos el poder y la posición de nuestro Rey. Representamos sus intereses y hemos alineado nuestras prioridades con Su misión. Somos entrenados en Sus caminos, y somos conscientes de cómo nuestras acciones reflejan el carácter de Dios.
Además, como en cualquier otro puesto de embajador, también debemos ser conscientes de las culturas y tradiciones del lugar en el que nos encontramos. Sí, estamos apartados de las costumbres impías, y al mismo tiempo no estamos desinformados en cuanto al carácter de lo que nos rodea. Al igual que el apóstol Pablo en Atenas (Hechos 17:16-34), debemos conocer las condiciones, el ambiente, y las creencias lo suficientemente bien como para comprometernos con un nivel de conocimiento, discernimiento y discreción.
Como parte de la oficina diplomática real, nuestra tarea es doble. Primero, debemos comunicar efectivamente el mensaje del Rey, independientemente de que la tierra ya sea hostil o amistosa. En segundo lugar, debemos estar atentos a los planes engañosos de las potencias opuestas o incompatibles, reconociendo los desafíos al mensaje del Rey. Luego, como debe hacer un embajador, pedimos la intervención mientras alertamos a otros en Su servicio sobre las áreas de interés, tratando de edificarnos unos a otros en la sana doctrina, el conocimiento, el amor y la fe. El trabajo de “El Llamamiento Bereano” es parte de esta misión.
Ser emisario es una labor muy seria: “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios”.
Es hora de que tomemos en serio este llamado, mirando a nuestro salvador Jesucristo, incluso mientras el "templo del hombre", el neo-Babel, se esté construyendo a nuestro alrededor.
TBC