LA CURA DEL CIELO PARA NUESTROS CORAZONES ATRIBULADOS—SEGUNDA PARTE | thebereancall.org

William MacDonald

"No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.  Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.  Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?  Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. “
(Juan 14:1-6).

Yo creo que el gran milagro que el mundo inconverso quiere ver hoy no es la sanidad de un leproso, no dar vista a los ciegos ni oír a los sordos. El gran milagro que los que no son salvos quieren ver hoy en día es el milagro de una vida transformada: personas que han sido salvas del pecado, de la contaminación y de la corrupción. ¡Son nuevas criaturas en Cristo Jesús, y son personas realmente diferentes! “si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Y vamos a llegar a eso un poquito más adelante en el capítulo.

"... Créeme por las mismas obras." El Señor Jesús vino realizando las obras que fueron predichas del Mesías en el Antiguo Testamento. Las interpretó todas. Es extraño que los rabinos de Su época no se dieran cuenta de eso y no confiaran en Él.

Dice: "De cierto, de cierto os digo: el que cree en mí, las obras que yo hago, él también las hará; y mayores obras que éstas hará; porque voy a mi Padre".

Bueno, eso es algo que da a que pensar, ¿no? ¿Obras más grandes que el Salvador? Sí, bueno en realidad uno puede decir, más grande hablando geográficamente. Lo más lejos que Jesús viajó, por lo que sabemos, en Palestina fue hasta Tiro y Sidón. Eso es lo más lejos que se describe. Y cuando Él terminó Su estadía aquí en la tierra, digamos que Él tenía como 120 discípulos en Judea y quizás 500 en Galilea. Si uno se pone a pensar en las personas que viajan por el mundo hoy en día, en las personas que predican el evangelio a miles de personas, y también el alcance que hay hoy en día por la radio, la televisión y el Internet, pero también debemos pensar que hay algo más.

Volviendo a lo que se acaba de mencionar, las obras más grandes... el Señor Jesús realizó milagros de sanidad. Él resucitó a los muertos, pero esas personas volvieron a morir, ¿no es así? Yo pienso que sería una obra más maravillosa, una obra más grande, el testificar o ministrar a alguien, el ver a esa persona que es guiada a Cristo, y que también va a adorar al Cordero de Dios por toda la eternidad. ¡Vida para siempre! Eso es mejor, ¿no? Yo pienso que eso es algo mucho mejor. La ceguera se puede sanar, sí, pero sin duda es más maravilloso ver a las personas que están en la oscuridad del pecado, atrapadas en las garras de algún culto o religión falsa, verlos liberados por la gracia de Dios, y verlos que van a estar adorando a Dios para siempre en el cielo. Para mí, eso es mucho mejor.

Leyendo el Evangelio de Marcos, y viendo todos esos milagros físicos que el Señor Jesús hizo, me doy cuenta de que hay una contraparte espiritual en cada uno de ellos, y ese es nuestro privilegio. Sanó a un leproso: la lepra habla de lo repugnante del pecado. ¿Y podemos ver eso? Sí, podemos ver la cura de leprosos, leprosos morales, sentados a los pies del Señor Jesús. Endemoniados, sí, una vez más sentados a los pies de Jesús, vestidos y en sus mentes sanas. Parálisis: Sanó a un paralítico. Bueno, eso habla de la parálisis del pecado. Y podemos ver ese milagro realizado al ser testigos fieles del Señor Jesús y el guiar las almas hacia Él.

Así que no es exagerado cuando el Señor dijo que "mayores obras que éstas hará; porque voy a mi Padre".

¿Qué significa eso, "porque voy a mi Padre"? Bueno, significa que cuando Él va al Padre, cuando Él es glorificado en el cielo, el Espíritu Santo es enviado y el Espíritu Santo nos da poder en este ministerio y no es que podemos hacerlo nosotros mismos, pero el Espíritu Santo nos da el poder.

Y creo que todos ustedes saben que la obra del ministerio hoy en día no es para una clase especial de personas. Es para todos los creyentes, ¿verdad? Si la evangelización del mundo dependería de una clase especial de personas, el mundo nunca sería evangelizado. Pero en Efesios 4:12 dice que los dones fueron dados para el perfeccionamiento de los santos para la obra del ministerio. ¿Quiénes son los santos? Tú y yo. Nosotros somos los santos, y la obra del ministerio nos es dada para el perfeccionamiento de los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.

Mi Biblia enseña a cada miembro el evangelismo, y por supuesto lo más grande es conocer la Palabra de Dios y aplicarla en la vida propia de cada uno, para que la gente diga: "Tú tienes algo que yo no tengo. No sé lo que es, pero lo quiero". Durante las últimas semanas he escuchado a una persona decir eso a otra persona: “Tienes algo que yo no tengo. No sé qué es". Pero yo les digo que es fácil guiar a una persona así al Señor, ¿no es así? Realmente lo es.

"Porque voy a mi Padre". Ir al Padre significaba la venida del Espíritu Santo que nos da poder. Él está en nosotros; Él está con nosotros para siempre.

"Y todo lo que pidiereis en mi nombre, eso haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo".

"Oh", pero uno podría decir, "¡eso es un cheque en blanco, amigos!" No, no exactamente. Dice "en mi nombre" y pedir en el nombre del Señor Jesús significa pedir de acuerdo a Su voluntad. Significa pedir de acuerdo con los principios que están establecidos en la Palabra de Dios. Por ejemplo, ¿puedo arrodillarme y orar para que el Señor me dé un millón de dólares mañana? Bueno, ¡Eso no lo hará! Me ama demasiado. Él sabe que eso podría ser lo peor que me podría pasar. Dios quiere que viva una vida de fe. Él quiere que dependa de Él, que busque en Él para suplir mis necesidades. Así que sería completamente contrario a los principios de la Palabra de Dios, que yo pidiera una gran suma de dinero como esa. "No os hagáis tesoros sobre la tierra... Mas haceos tesoros en el cielo..." (Mateo 6:19-20).

Por lo tanto, pedir en Su voluntad realmente limita las oraciones a oraciones de acuerdo con los principios que Él nos ha enseñado en Su Palabra.

Pero quiero decirles que es un versículo maravilloso de las Escrituras: pedirle al Señor de acuerdo a Su voluntad es lo mismo que pedirle a Dios. Y es así porque cuando oramos al Señor Jesús, nuestras oraciones pasan a través de Él, y son purificadas a través de Él (Apocalipsis 8:3-4), y van a Dios el Padre y son absolutamente perfectas. Y creo que Dios contesta cada una de mis oraciones, como dije antes, exactamente de la misma manera que yo la respondería si tuviera Su sabiduría, amor y poder. Dios no hace nada, ni permite que se haga nada, que tú no hicieras tú mismo si pudieras ver el final de todo lo que Él hace tan bien como Él. Eso es un consuelo para mí. Soy un simple creyente. Puedo orar con plena seguridad de que mis oraciones van al trono de Dios y que Él las responde de la mejor manera posible, y una de las respuestas es “no”. 

Cuando yo era un joven creyente, había una oración que envié e insistí en enviarle al Señor. Y Dios me coincidió mi petición, pero Él también envió flaqueza a mi alma, y desearía hoy no haberla pedido nunca. Era una oración orgullosa. Nunca debí haberlo pedido. Pero nunca nos acercamos más a la omnipotencia que cuando oramos en el nombre de Jesús. Tú y yo nunca seremos omnipotentes; Nunca tendremos todo el poder. Solo Dios tiene todo el poder. Pero cuando oramos en el nombre del Señor Jesús, es lo más cerca que estamos de la omnipotencia. ¡Eso es tan maravilloso y debería ser una gran inspiración para que oremos!

Ud. puede decir: "Bueno, Hermano MacDonald, yo he estado orando por la salvación de un ser querido, y hasta ahora, ese ser querido no es salvo. Esto me molesta. ¿Cómo se concilia eso? ¿No es la voluntad de Dios salvar?" Sí, es la voluntad de Dios salvar a esa persona. Pero déjame decirte algo: Dios no va a poblar el cielo con personas que no quieren estar allí. Y Dios le ha dado a cada persona una voluntad y Dios no pisotea la voluntad de ninguna persona. Él no arrastra a las personas reacias al cielo. Y mi Biblia y mi experiencia me dicen que hubo un momento en mi vida en el que por un simple acto de fe tuve que confiar en Jesucristo como mi Señor y Salvador.

Cuando estaba en la Marina, comencé a orar por un compañero. Éramos amigos en la Marina, y creo que fue hace un año, en enero pasado, que murió. Había orado durante unos 50 años. Que yo sepa, murió sin Cristo. Después que había fallecido su esposa me dijo: "¿Crees que la tuya es la única religión verdadera?" ¿Por qué después de tanta oración mi amigo haya muerto sin Cristo? Cincuenta años de oración, sí, 50 años de oración. Todavía creo que cuando oré por él, Dios trajo la Palabra de Dios ante él. Tal vez vio "Jesús salva" en una roca mientras viajaba por el camino. Tal vez encendió la radio por accidente y escuchó algo del evangelio. Y quién sabe, alguno de ustedes, tal vez,   le pasó un tratado.

Creo que cuando oro por una persona que no es salva, Dios hace algo: Dios sacude la conciencia de esa persona de una manera u otra. Pero "el que quiera, que venga," y el Señor Jesús enseñó eso. Le dijo al pueblo Judío de su tiempo: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:39-40). Él no se lo puso a su intelecto, Él lo puso a su voluntad "y no queréis venir a mí para que tengáis vida”.  

Y si hay alguien que está leyendo esto y está debatiendo con el Señor acerca del tema de la salvación, permítanme decir muy claramente: No existe nada acerca de Jesús que se haga imposible el creer en Él. ¡Nada! Si hay un problema, el problema es tu voluntad. Esa voluntad tiene que ser quebrantada para venir a los pies del Señor Jesucristo.

"Si algo piden en mi nombre, yo lo haré", dijo el Señor Jesús. Pero fíjense: "en mi nombre".

"Si me amáis, guardad mis mandamientos". Es interesante la forma en que la oración y la obediencia están vinculadas: la oración y la obediencia. Alguien pudiera decirme: "Hermano MacDonald... ¿Mandamientos? Pensé que estábamos bajo la gracia, no bajo la ley, y aquí en el Nuevo Testamento estoy leyendo acerca de los mandamientos." Sí. ¿Tenemos mandamientos?    

Bueno, déjenme explicarle.

El Nuevo Testamento está lleno de mandamientos para el creyente en Dios, pero no son mandamientos como los mandamientos del Antiguo Testamento con castigo. Cuando Dios dio los mandamientos en el Antiguo Testamento, "Haz esto y vivirás", implicaba: "Si no haces esto, morirás". ¿Sabes? Era una ley con pena asociada.

Los mandamientos del Nuevo Testamento son mandamientos para la nueva naturaleza. Son instrucciones en justicia para el pueblo de Dios. Dios nos dice a ti y a mí: "Mira, te he salvado por mi gracia. Y andad como es digno de la vocación con que fuisteis llamados" (Efesios 4:1).

Y yo le digo: "Señor, dame un ejemplo." Y entonces me da ejemplos: los mandamientos, los mandamientos del Nuevo Testamento. "El que robó, no hurte más, sino que trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno..." (Efesios 4:28).

"Que ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que es buena para edificación..." (v. 29), y así sucesivamente.      

"Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se prolonguen sobre la tierra" (Éxodo 20:12). Este es el primer mandamiento con una promesa.

Estas no son órdenes con un castigo si no las cumplo. Él no dice: "Mira, si no lo haces, vas a perder tu salvación". Ese no es el punto en absoluto. Le he pedido que me haga saber lo que es una vida que es coherente con mi llamado, y por eso Él me da todos estos mandamientos del Nuevo Testamento. Permítanme decirlo otra vez: éstas son instrucciones concernientes la justicia para el pueblo de Dios, aquí abajo. Así que no tengo ningún problema con los mandamientos del Nuevo Testamento. Estamos bajo la gracia, no estamos bajo la ley; Pero todavía tenemos que seguir estas pautas.

"Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre". Y, por supuesto, esta es la promesa de la venida del Espíritu Santo de Dios. Vino el Día de Pentecostés. Él mora en cada creyente verdadero. ¿No es maravilloso? Tu cuerpo es el templo del Espíritu Santo. ¡Les digo que eso me deja boquiabierto, amigos! Lo digo con reverencia: ¡pensar que mi cuerpo es el templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19)! Te digo, para mí, que esa es una de las mayores motivaciones que puede haber para una vida santa. Eso resuelve muchas preguntas: ¿Está bien que yo haga esto? ¿Está bien que yo haga eso? Tu cuerpo es el templo del Espíritu Santo. Y piensen en eso, piensen en Dios diseñando en Su gracia decidió enviar a una de las personas de la Trinidad para que morara en Su pueblo.

"... otro Consolador [ayudante]." ¿Otro? sí, el Señor Jesús es un ayudador. Este es otro ayudante: el Espíritu Santo.

Un amigo mío salió de una bahía llamada la “Bahía de la Media Luna” el otro día. Uno de sus clientes acababa de comprar un barco nuevo y salieron a pescar, ¡y de pronto se dieron cuenta que el agua se estaba filtrando y era un barco nuevo! Había un agujero donde se supone que estuviera una manguera. Y enviaron un SOS (mensaje de ayuda) a la Guardia Costera, y la Guardia Costera telefoneó al Capitán de Mar allí en la Bahía de la Media Luna, y él partió en su propio bote para ir al rescate. En poco tiempo llegó a la nave que se estaba hundiendo y les dijo a los tripulantes: “No se preocupen, todo está bien, los llevaré al puerto sanos y salvos”. Una buena ilustración del Espíritu Santo, ¡eso es exactamente lo que hace el Espíritu Santo! Él viene a nuestro lado en momentos de necesidad, otro ayudante como lo es el Señor Jesús.
Fíjense: "para que Él permanezca con ustedes para siempre". La seguridad eterna del creyente. Una vez en Cristo, estará en Cristo para siempre. Ese es el significado del pacto eterno.  

"... sí, el Espíritu de verdad..." El Espíritu de verdad: Él habla la verdad. Él es la verdad, así como Jesús es la verdad. "... a quien el mundo no puede recibir". ¿Por qué el mundo no puede recibirlo? Porque no puede verlo. El mundo dice: "Muéstrame y creeré". Y no se le ve porque el Espíritu de Dios es invisible. Podemos ver Su obra, podemos verlo actuar de maneras maravillosas, pero no lo vemos sino con el ojo de la fe. Dice que: "... el cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque Él habita con vosotros [el Señor Jesús dijo eso a los discípulos cuando estuvo aquí en la tierra], y estará en vosotros". Y eso sucedió en el día de Pentecostés cuando el Espíritu Santo vino y moró en los creyentes durante toda esta dispensación de la iglesia hasta el Rapto de la iglesia.

"Y estará en vosotros". Y realmente no sabemos cuánto le debemos al Espíritu Santo de Dios.

La vida Cristiana es una vida sobrenatural. No sé si te das cuenta, pero para mí es como caminar por un campo minado. Y puedo pensar en muchos incidentes en mi vida donde, por ejemplo, creo que me habrían quitado la vida si no fuera por el Ministerio del Espíritu Santo. Muchos incidentes. Yo estoy muy consciente de Su maravilloso ministerio en mi vida.

"No os dejaré desamparados, sino que vendré a vosotros". Pues bien, esa expresión, "vendré a ti", tiene varios significados. Puede significar: "Vendré a ti en la venida del Espíritu Santo". Puede haber sido que el Señor Jesús regresó a nosotros en la venida del Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo es el representante de Cristo en la tierra hoy. Pero, por supuesto, Él regresó a nosotros en la resurrección y Él regresará a nosotros en el Rapto, del cual leemos en los primeros versículos de Juan 14.

Maravillosa promesa que el Señor Jesús dijo aquí: "No os dejaré [huérfanos]" y no somos huérfanos. Nunca estamos solos. El Señor está siempre con nosotros y se hace muy real para nosotros. ¿Cómo se hace real para nosotros? A través de la Palabra de Dios, por el Espíritu de Dios.

Ustedes deben darse cuenta que nosotros, hoy en día, conocemos al Señor Jesús mejor que los discípulos lo conocieron cuando estuvo Él aquí en la tierra. ¿Alguna vez pensaron en eso? Conocemos a Jesús mejor hoy que los discípulos lo conocieron cuando estuvo aquí en la tierra. Por ejemplo, Mateo lo vio a través de los ojos de Mateo. Marcos lo vio a través de los ojos de Marcos. Lucas a través de los ojos de Lucas y Juan a través de los ojos de Juan. Nosotros lo vemos a través de todos sus ojos, ¿no es así? Y no solo eso, sino que si el Señor Jesús estuviera aquí y estuviera al frente de un grupo de personas, Él estaría más cerca a las personas que están adelante que a ti si tú estuvieras en la parte de atrás. Pero en realidad eso no sería cierto hoy en día. Él está tan cerca de cualquiera de nosotros ya sea que estemos adelante o atrás. Y todo esto es a través del ministerio del Espíritu Santo de Dios. ¡Qué bendición es saber que tenemos una revelación tan maravillosa del Señor Jesucristo!

Permítanme terminar con el versículo 27. No vamos a poder llegar a todos los versículos. "La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo". Eso es bueno, ¿no? Ahí está la palabra "problemática" de nuevo. Comenzó diciendo: "No se turbe vuestro corazón" y ahora dice: "La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, yo no os la doy. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo." Esta paz es una paz sobrenatural. No es la paz que uno pueda lograr por uno mismo.
 
Por ejemplo, en algunas pruebas de la vida (y sé que muchos de ustedes han tenido esta experiencia) durante las cuales ustedes hubieran podido preocuparse hasta el punto de enfermedad, pero sin embargo la paz del Señor reinó en sus corazones.  

Conozco a un joven que se sometió a un trasplante de un riñón. Pude ver la paz del Señor durante toda esta experiencia. No era natural, era sobrenatural. Y el Señor Jesús nos dejó esa paz, así como Su gozo también es sobrenatural. Puedes tener gozo en medio de la tristeza, no en medio del pecado, sino en medio de la tristeza. Y qué maravilloso legado nos hizo: "La paz os dejo, mi paz os doy". Él mismo tuvo esa paz, ¿no es así?, aquí en la vida cuando todo el apoyo estaba derrumbándose a su alrededor, Él aún podía decir: "Así es, Padre, porque así te pareció bien" (Mateo 11:26).

Ahora, nosotros también podemos hacer eso. Vivimos en una época en la que la fibra moral de la nación ha desaparecido, en la que crees que has leído todo lo terrible que puede pasar y miras el periódico y ha sucedido algo peor. Y, sin embargo, es posible en medio de todo, podemos tener la paz de Cristo residiendo en nuestro corazón. ¿Cómo? Permanecer cerca de la Palabra de Dios, pasar tiempo con Dios en oración, caminar en obediencia a la Palabra de Dios, y confiar en Él a través de todas las circunstancias de la vida que cambian continuamente.  

Oremos.

Bendito Dios y Padre, nos maravillamos de Tu Palabra. Admiramos las Sagradas Escrituras. Pensamos en la maravilla de la Biblia y te damos gracias especialmente ahora, por estas palabras de consuelo para los corazones atribulados. Quizás hay muchos hay ahora mismo que tienen el corazón quebrado, tal vez por hijos descarriados. Tal vez sobre hogares deshechos. Tal vez por alguna enfermedad grave, Señor. Solo oramos para que vengas y traigas paz a esos corazones atribulados, para que sepan que Tú tienes el control y que los vientos y las olas aún conocen Tu voz "que los gobernó mientras moraba abajo". Te damos gracias en el nombre del Salvador. Amén.


TBC